Estamos los dos en mi habitación. Mientras estudio nervioso has conseguido quedarte tranquilamente relajada, y con tal ahínco lo has hecho que si te vieras, seguramente te sonrojarías; se te cae la babilla desvergonzada. Me pregunto que sentido tiene que hayas decidido perder la tarde a mi lado, dándome ánimos y sin más quehacer que mirar como voy a la deriva hecho un lío. La verdad es que ha sido así hasta que no has podido más y se te han cerrado los ojos. En esta lluviosa tarde de domingo, murmuro para ti que nada mejor que verte dormir mientras pasa el tiempo sin más, y no encuentro una buena razón por la que volver a los apuntes y dejar de verte soñar.
domingo, 1 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario